
¿Hacia dónde va México?
Oaxaca, Oax. 21 de mayo 2012 (Quadratín).- Este famoso refrán que usamos cuando se trata de privilegiar las acciones ha sido poco atendido cuando de juventud hablan nuestros políticos.
Los falsos optimistas, pragmáticos irresponsables, o políticos ligeros hacen a un lado el llamado de atención que hiciera el rector de la UNAM (el Dr. José Narro Robles) respecto a la situación de los 7 millones y medio de jóvenes entre los 12 y 29 años de edad que no estudian ni trabajan, ni tampoco atienden el reclamo de los 148 mil jóvenes que solicitaron su ingreso a la UNAM y que fueron rechazados, menos aun de los 49 mil que no encontraron lugar en las escuelas del Instituto Politécnico Nacional. Ello, sumado a la violencia, la inseguridad y el subempleo que predomina en nuestro país -como parte del modelo económico y del aciago proceso de modernización- hoy condena a nuestras nuevas generaciones a la pobreza y la desolación.
Por lo antes mencionado, recientemente hemos atestiguado insólitas protestas juveniles -particularmente de universitarios-, que mostraron que están dispuestos a participar activamente en este proceso electoral que se avecina. No es un fenómeno aislado, puesto que viene aconteciendo en otros países del mundo, donde las redes sociales se han convertido en el escenario de planeación, convocatoria y activismo de las recientes manifestaciones sociales.
Conscientes del adverso panorama nacional y motivados por la desesperación, los universitarios mexicanos salieron a las calles a evidenciar su molestia, enervados por el comportamiento manipulador de los medios masivos de comunicación y la complicidad de los políticos que se benefician de las cortinas de humo que estos tienden para confundir a la población. Diversas banderas enarbolan estos jóvenes que tienen como común denominador: la corrupción que se avala, la impunidad que se disfraza y la memoria histórica que revive las heridas. Las protestas ilustran por un lado la desesperación, pero también muestran el empoderamiento ciudadano, que montados en la escena política lanzan una convocatoria es exitosa porque se basa en la sordidez de los políticos que hace corto circuito con el hartazgo social que se acrecienta paulatinamente.
La clase política parece olvidar que son los universitarios el sector privilegiado de la sociedad mexicana. Son ellos quienes cuentan con acceso a la información libre y a la instrucción académica que les permite formarse con un criterio amplio y autónomo de la cosa pública. Este influyente segmento de nuestra población está dispuesto a jugar un papel trascendental en la historia de nuestro país. El asunto no es menor, puesto que los jóvenes inscritos en la lista nominal del órgano electoral representan el 22% de la lista nominal nacional (el número más alto de credencializados en la historia contemporánea). La eventual participación juvenil en las urnas determinará la diferencia en las próximas elecciones, puesto que de los más de 12 millones de jóvenes de entre 18 y 29 años de edad con credencial de elector, 6 millones lo harán por primera vez en una elección presidencial, lo alarmante de este análisis es el contexto desalentador en el que llegan a esta cita con la nación.
Los jóvenes son conscientes que la aversión a la política no trae consigo un impedimento efectivo en el transcurso de la vida política del país, y que aun con altos niveles de abstencionismo las autoridades y los representantes se designan y maniobran las grandes decisiones. Hoy ya no están dispuestos a tomar el camino de la protesta silenciosa que conduce a la negación. Todo apunta a que prefieren incidir activamente en la elección presidencial y en la integración de ambas cámaras del congreso de la unión, el método que parece instrumentarán será la venganza a esa clase política que no responde y se muestra apática a los asuntos más delicados de la población. Uno de los motivos que impulsó estas protestas es el acorralamiento que resiente el ciudadano de a pie, al no haber aprobado en los términos propuestos por el Senado de la República la reciente Reforma Política, misma que oxigenaba y dotaba de instrumentos de evaluación y sanción a la clase política (inmediatas candidaturas independientes y la reelección de legisladores), le termino por cercenar puentes de entendimiento con la sociedad civil. Lo anterior, afecta directamente al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, a quien no le viene bien desoír y descalificar estos legítimos reclamos. La humildad, la responsabilidad y la habilidad política que debe tener un candidato presidencial debe llevarlo a redefinir los ejes de su campaña y a dar un viraje en el comportamiento de su campaña.
RECOMENDACIONES. A Peña Nieto, Distancia y definiciones. Primordialmente, asumir definiciones respecto a los actores impresentables del priismo, demostrando que se es distinto a los cuestionados; y al mismo tiempo, alejarse de los perversos intereses de las altas esferas del poder mediático, empresarial y sindical para detener el estigma que hoy lo persigue.
A la clase política, asumir su papel en la historia y reconocer que los partidos políticos y el sistema democrático de nuestro país no cumplen con su rol social. Llego el momento de enfrentar la realidad y no buscarle la salida cómoda a los aspectos que más le inquietan a los ciudadanos, de lo contrario, el escenario que se avecina rebasará el propio pronóstico de encuestas y fanáticos de ellas.
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Maestro en economía, licenciado en derecho y maestrante en periodismo.